Por fin era el último día del trimestre, tenía una alegría encima que no os podéis imaginar. Eran las vacaciones de Navidad y mi madre me había prometido todo lo que quería como regalo por mis buenas notas, ya que había sacado muchísimos notables y dos o tres sobresalientes.
Al salir del instituto, cuando estaba entrando en el bus, se me acercó Fernando, el chico más guapo de mi clase, y me dijo:
-¡Felices fiestas, Lara!
-Igualmente, Fer - le saludé con la mano y le sonreí.
Él me devolvió la sonrisa y se fue. Era un cielo de niño. Me caía muy bien y además me gustaba desde hacía un mes, más o menos, cuando descubrí su lado más tierno al descubrirlo llorando con una película que nos había puesto el profesor de historia.
Entré en el bus y, con una sonrisa de idiota en la cara, le dije a mi amiga Laura:
-Laura, Fer me ha deseado felices fiestas...
-¿Sí? Si ya te decía yo que vais a acabar juntos.
-Ojalá...
Me pasé todo el camino mirando por la ventana e imaginándome a mi con Fernando... No, imposible, él nunca se fijaría en mi.
Llegamos a la parada y me bajé del bus dando saltos de alegría.
-Lorena, hoy es el día más feliz de toda mi vida.
-¿Y eso por qué? - me preguntó mi amiga, sorprendida y riéndose.
-Es el último día de clase antes de Navidad, no tengo clases por la tarde y Fer me ha deseado feliz Navidad.
-¿Con que Fer, eh? - me echó una mirada como diciendo "sé que te gusta Fer" y se rió.
Yo me reí con ella y seguí andando dando un pequeño salto de vez en cuando.
Llegué a mi portal y me despedí de Lore.
-Hasta el domingo, que como comprenderás, no voy a quedar el día de Navidad - reí irónicamente.
Lore se rió conmigo y me dijo:
-Pero hoy puedes bajar a dar una vuelta, ¿no?
-Bueno, puedo preguntar, supongo que sí.
-Llámame cuando lo sepas,¿vale?
-Claro Lore, y avisaré también a Laura. Adiós.
Ella se despidió también deseándome una feliz Navidad y timbré para que me abriera mi madre.
Más tarde, le pregunté si podía salir con las niñas, y me dijo que sí, que no había problema alguno. Así que llamé a Lore, pero ésta me respondió con algo a lo que yo no sabía qué decir:
-Tía, no sabes qué... Me he enterado de que Fer quiere quedar contigo estas Navidades y tiene planeado llamarte. Tú vente con nosotras, sí, pero estate atenta al teléfono, ¿eh?
Me quedé paralizada. ¿Fer quería quedar conmigo? Eso no podía ser... ¡No, no podía ser, era demasiado bueno para ser cierto!
-Lore, ¿tú estás segura?
-Segurísima, me enteré por una fuente muy fiable.
-Bueno, está bien. ¡Dios, me has puesto súper nerviosa!
Seguimos hablando del tema y a la media hora más o menos colgamos porque mi madre me mandó parar.
Por la tarde, estábamos Lorena, Laura y yo en el parque que había cerca de mi casa, hablando de qué pidieramos de regalos, de chicos, y como no, entre esos chicos estaba Fernando.
-Con que... -comenzó Laura, me temía lo peor- Fernando te gusta, ¿no? Es un buen partido, eso no te lo niego, Lara.
Sonreí entrecerrando algo los ojos y mirando a Lorena esperando que salvara la situación, pero aún la empeoró más.
-Cuando quedes con él avisa, queremos todos los detalles.
Y las dos asintieron sonriendo con un aire cómico que me hizo reír.
-Está bien, vale, pero aún no sé ni siquiera si me va a pedir que quedemos.
Lorena me miró con los ojos como platos, como riñéndome por algo.
-¿Así que no te fías de mi, no? -puso cara seria, pero yo sabía que estaba de broma.
Hablamos un buen rato sobre él, y yo ya sé que había puesto cara de idiota unas cuantas veces. A eso de las 9 de la noche nos fuimos cada una para su casa. Yo estaba temblando de frío. De pronto, me encontré con que algo o alguien me ponía una chaqueta sobre los hombros, y me giré para atrás sobresaltada. No podía ser... ¡Fernando!
-¡Dios mío, qué susto me has dado, Fer!
-Lo siento, pero te vi tiritando, y pensé que sería mejor una chaqueta que un "hola" -sonrió ampliamente, con sus perfectos dientes.
-Pues en eso tienes razón... -reí sin muchas ganas, pero contenta en el fondo- ¿Qué haces por aquí a estas horas?
-Oh pues mi primo vive por aquí cerca y ahora mismo iba a coger el bus de las 9 y cuarto, pero antes de nada quiero preguntarte algo...-Me quedé helada, iba a ser verdad lo que había dicho Lorena.- ¿Quieres quedar conmigo, los dos solos, algún día después del 25?- me enseñó su preciosa sonrisa irresistible una vez más, y no tuve más remedio que responderle que:
-¡Me encantaría! Por supuesto que sí.
-¡Genial! ¿Te parece bien el día 27? Creo que el 26 ya lo tengo ocupado por mis primos -rió, y yo reí con él.
-Perfecto, ese día no tengo nada que hacer... ¿Quieres ir al cine?
-Era justo lo que estaba pensando. Te veo el lunes, el 27 ¿eh? Adiós, Lara.
-Adiós-le sonreí y seguí caminando sin darme cuenta de que aún llevaba su chaqueta.
-¡Eh Fer, que te dejas tu chaqueta! - pero él ya había desaparecido. La abracé y sonreí, pero se me borró esa sonrisa de la cara al acordarme de que le tendría que dar a mi madre una explicación por la chaqueta.
Subí arriba y, efectivamente, mi madre me preguntó de dónde la había sacado.
-Pues... el hermano de Lorena, que nos lo encontramos y como vió que tenía frío me dijo que me la dejaba y que ya se la devolvería a Lore otro día para que ella se la diera.
-Ah. Bueno, ahora si quieres mira un poco la tele pero dentro de poco vete para cama, ¿vale?
-No, da igual. Ya me voy ahora, estoy cansada.
Mi madre se lo creyó, era increíble. Tenía demasiada suerte para ser una principiante en esto del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario