Estaba nerviosísima. No sabía ni qué ponerme para el esperado encuentro con Fernando. Miré todo mi armario, e incluso el de mi madre. Cogí los vestidos y conjuntos que más me convencían, y al final opté por un conjunto de falda con vuelo casi por las rodillas de color malva y una camiseta blanca que descubría los hombros. Por supuesto me puse medias y unos botines planos muy cómodos pero a la vez perfectos para una cita. Me dejé el pelo suelto, me lo peiné y me quedó un poco ondulado; me gustaba, pero preferí ponerme una diadema finita, así quedaba perfecto.
Saqué el paraguas del bolso, y en su lugar metí en él el móvil (que antes llevaba en el bolsillo del pantalón), un pintalabios por si acaso, las llaves de casa y otras medias; nunca se sabe.
Eran las 6 y media. Dios mío, ¡aún quedaba otra media hora! Qué sufrimiento. Mientras que esperaba encendí la tele. Miré todos los canales, y lo único interesante que echaban era un documental sobre la flora y fauna de los bosques de Ecuador, así que imaginaos. Me quedé viendo el documental hasta menos cuarto. Vaya, había llegado tarde, me perdí muchísimo de él, porque normalmente suelen durar una hora, o hora y media.
En fin, apagué la televisión y esperé quietecita en el sofá hasta que, por fin, alguien timbró a mi puerta.
-¿Quién es? - dije por el telefonillo.
-Hola, Lara. Soy Fer. ¿Bajas?
-Sí claro, ya voy.-colgué, cogí el bolso que había dejado colgado del pomo de la puerta del salón y bajé las escaleras casi corriendo. Menos mal que llevaba zapatos planos.
-Bueno, hoy no podremos ir al cine, ya es muy tarde...
-Ya, pero podemos dar una vuelta, ¿no?
-Claro... ¿te apetecería ir a cenar más tarde?
-Por supuesto, porque no. -sonreí y comenzamos a andar despacio.
Él me puso una mano en el hombro y eso hizo que me sonrojara de tal manera que tuve que bajar la cabeza para que no me viera.
-A propósito, estás preciosa - dijo sonriendo.
-Mu...muchas gracias - le miré y sonreí levemente.
Seguimos andando y hablando de muchas cosas. Yo también le dije que iba muy guapo; llevaba un pantalón vaquero, una camisa negra y unos zapatos muy limpios que casi parecían nuevos. Además, llevaba una chaqueta de esmoquin, cosa que me sorprendió agradablemente. A eso de las 8 y media paramos delante de un restaurante.
-Fer... ¿tú tienes dinero para pagarte esto? Porque yo solo traigo...-miré el dinero que llevaba en el bolso. Sólo era lo que me sobrara de hacía tres días de salir con Laura y Lorena.- 20 euros... -me sonrojé un poco. Parecía pobre.
-Tranquila, traigo dinero de sobra. Mis padres me lo dieron. -me enseñó un montón impresionante de billetes, todos de 10 euros, pero juntos deberían de ser más o menos 100.
-Vaya... mis padres nunca me darían tanto dinero... - seguía mirando los billetes. A veces puedo llegar a ser bastante materialista.
-Se ve que los míos son demasiado buenos. En fin, ¿entramos? - dijo abriendome la puerta para dejarme pasar.
Asentí y entré sin mucha prisa, mirando a mi alrededor. Parecía que no había ninguna mesa libre. Fer se acercó al camarero y le preguntó.
-Perdone, ¿tienen mesas libres?
-Sí, señor. Allí al fondo hay una mesa para dos - dijo mientras miraba para mí sonriendo.- Pueden sentarse. Ahora mismo les atiendo.
Nos alejamos despacio, mientras él me cogía por la cintura. Eso era demasiado para mí.
-Te ha tratado de señor... - me reí levemente, agachando la cabeza.
-Sí, doy aire a señor millonario, ¿verdad? - dijo con voz grave, imitando a uno de esos peces gordos. Y yo me reí, esta vez más de lo que debería, porque todo el restaurante de miró; yo me sonrojé, y Fer se rió.
-No te preocupes, te miran por lo guapa que estás.
-No lo creo... -sonreí. En ese momento tenía muchísima vergüenza, tanto porque todos me miraban, como por lo que había dicho Fer.
Nos sentamos en la mesa que había dicho el camarero y justo en ese momento vinieron a atendernos. Cada uno pidió cosas muy distintas, menos en la bebida, que los dos pedimos agua. Mientras cenábamos hablamos de cosas muy diversas: de mis amistades, de las suyas, de nuestros hermanos, de temas que habían salido en el periódico, de las locuras del mundo... Hasta que llegamos a hablar de su exnovia.
- Sí... me dejó hace dos meses. Pero bueno, ahora ya estoy bien.
-Sabes que me tienes aquí para lo que quieras, ¿vale?
- Claro Lara, eres una amiga genial, en serio.
¿Amiga? ¿Me veía como una amiga?
-Es más, eres como mi hermana - sonrió enseñando sus dientes, y yo sonreí también, pero sin ganas.
¿Qué? ¿Como su hermana? No, esto no podía ser... Así que esto es una quedada de amigos... Estupendo.
-Yo ya he terminado.
-¿No quieres postre? - dijo señalando la carta.
-No, no, ya te has gastado bastante en mí. Además tengo sueño, prefiero irme para casa...
-Está bien.
Llamó al camarero y pidió la cuenta. Pagó y, cuando salimos, insistió en acompañarme a casa. Yo dejé que lo hiciera. Cuando llegamos al portal se despidió, me dio un beso en la mejilla y se marchó. En cuanto él se dio la vuelta, una lágrima resbaló por mi mejilla. Me apresuré a coger las llaves y abrir la puerta para que no me viera así, y en mi camino por las escaleras, no paré de llorar; eso sí, en silencio.
La suerte de una principiante
viernes, 24 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
Capítulo 2. - Esperando que se cumpla un sueño.
Al día siguiente me levanté con una sensación extraña, parecía que todo lo que me había pasado el día anterior por la noche hubiera sido un simple sueño, pero yo sabía que ese sueño, el de quedar con Fernando, se haría realidad.
Fui a desayunar; me preparé un zumo de naranja, una tostada con mantequilla de cacahuete que había comprado mi madre hacía dos días y un taza de cacao calentito. Me pareció extraño que mi madre no estuviera en casa, pero al cabo de un rato vi una nota suya al lado de la tostadora, decía lo siguiente:
"Lara, he tenido que ir urgentemente a casa de los abuelos; no te preocupes, a ellos no les pasa nada. Volveré por la noche. Si necesitas algo llámame. Mamá."
¡Genial! El día entero para mí solita.
Pensé en llamar a Fernando y decirle que podía quedar hoy, pero pensé que eso sería ir muy a la desesperada, así que no lo hice.
Me tumbé en el sofá, encendí el televisor y puse en la MTV. Le estaban haciendo una entrevista a Justin Bieber y a Jaden Smith, por lo que me emocioné un poquito (porque me encantan esos niños), me incorporé bien en el sofá y no me levanté (y creo que casi ni pestañee) hasta que terminó.
A eso de las dos de la tarde me preparé un sandwich y bebí algo de zumo de naranja que sobrara del desayuno. Cogí un trozo de turrón del de chocolate, del más rico que hay, y me lo comí tan rápido que a los dos minutos ya estaba cogiendo un trozo más, y otro dos, para provisionarme bien. Cuando los terminé llamé a Laura:
-Laura, mis padres hoy no están en casa, ¿te apetece salir a dar una vuelta?
-Sí, claro, pero llama también a Lore.
-Ya, a eso iba después de llamarte -reí. Y ella rió conmigo.
-Bueno, entonces, ¿a qué hora nos vemos?
-Te parece a las... ¿cinco, por ejemplo? En el parque de ayer.
-¡Perfecto! Me queda cerca de casa. Bueno, en realidad a todas nos queda cerca.
Las dos reímos y colgamos. Pensé en Fer, en lo que había pasado ayer, y creo que me puse roja, porque mi cara empezó a arder de tal manera que seguramente hubiera provocado un incendio nada más tocar alguna parte de la casa con una mejilla.
Cuando se me pasó en el bobamiento, llamé a Lore:
-Lore, he quedado con Laura por la tarde en el parque a eso de las cinco, ¿te vienes?
-¡Por supuesto! Con mi madre no hay problema, ya me dijo que en vacaciones podía salir cuando quisiera siempre que le avisara de dónde iba a estar.
-Perfecto. Bueno, nos vemos.
-Hasta luego.
Por la tarde me recogí el pelo de manera que me quedara bien peinado, no como hago la mayoría de las veces, que la cara me queda muy despejada de pelo y estoy fatal, me vestí con unos vaqueros y una camiseta sencillita, me puse unas Converse, mi chaqueta negra fina y un chaquetón de lluvia por encima por si acaso. Cogí las llaves y metí al paraguas pequeño en un bolso casi de su mismo tamaño y salí afuera. Llegué al parque y Laura y Lore ya estaban esperando en los columpios, riendo mientras chocaban con ellos.
-¡Hola chicas! -dije con una gran sonrisa en la cara.
-Creo que viene pensando en Fer, ¿no te parece Lore?- dijo Laura mirándome de una manera que no me gustaba nada. Iba a empezar el interrogatorio.
-Sí, eso parece.
-Bueno, a ver, que estoy aquí para contaros algo sobre él, pero como sigáis así no os digo nada - las miré riéndome, y entonces ellas pusieron los ojos como platos.
-¡Pero a qué esperas! ¡Cuéntanoslo! ¿Te llamó? ¿Te mandó un mensaje?
-No, no fue nada de eso. Si me escucháis creo que sería mejor. -Esperé un rato, y como vi que ahora ya estaban dispuestas a cerrar la boca, empecé a hablar.- Ayer, cuando me fui del parqué, bajando la pequeña cuesta de allí -señalé a dónde me refería- noté algo en la espalda. Era Fer, que me había puesto una chaqueta sobre los hombros, y bueno, yo me asusté un poco.- Ya tardaban en interrumpir, cuando Lore dijo algo:
-¿Qué dices? ¿Qué hacía él aquí a estas horas?
La miré con mala cara, entonces se calló y pidió perdón. Continué esperando que no volvieran a decir nada hasta que yo terminara.
-El caso es que estuvimos hablando y... bueno... me pidió quedar con él en día 27- ellas habían puesto cara de emoción y asombro a la vez, pero no dijeron nada. Era asombroso-, y le dije que sí.
Sonreí mucho mucho, y ellas se dieron cuenta de que podían empezar a hablar.
-Tía, ¿eres tonta o qué? -empezó Laura.- Podías haber quedado con él hoy, que no estaban tus padres.
-Eso sería ir muy a la desesperada- respondió Lorena-, seguro que no lo ha hecho por culpa de que pensara mal de ella. ¿A que sí, Lara?
-Claro. -sonreí y las dos miramos a Laura.
-Bueno, pero habría sido una bueno oportunidad...
-Sí, para quedar mal - dije yo, con voz sarcástica.
-Bueno, el caso es que más tarde o más pronto, ella sabe que quedará con él, porque ya se lo ha pedido, y tenemos que estar contentas.
Todas nos miramos y empezamos a chillar al mismo tiempo, sonriendo como bobas. De repente paré de saltar y chillar, porque me había llegado un mensaje. Era de Fernando.
"Hola, Lara. Hoy tengo el día libre, no sé si ya estarás haciendo algo, pero pensé en adelantar nuestra cita para hoy, ¿te parece bien? Un beso, Fer."
-¿Quién es?- dijo Laura.
-Era Fer... ¡Quiere que quede hoy con él!
-¡Dios mío! ¿A qué estás esperando? ¡Dile que sí ya!
-Chicas, me voy a casa, deseadme mucha suerte. -dije mientras me alejaba.
-¡SUERTE! -gritaron las dos a la vez.
Corrí a toda velocidad para casa, pero antes de entrar, le mandé un mensaje diciéndole que viniera a las 7 a por mí. Entré en casa y llamé a mi madre.
-Mamá, una curiosidad, ¿a qué hora vas a llegar a casa?
-Pues no lo sé hija... la verdad, igual me quedo dormir en casa de tus abuelos. ¿Te importa quedarte sola hasta mañana al mediodía?
-Pues... no, no importa, quédate tranquila.
-Bueno, espero que estés siendo responsable ¿eh? Hasta mañana.
-Adiós, mamá.
Cuando colgué salté de alegría,¡no me lo podía creer! Podría quedarme de madrugada con Fer, era el mejor día de mi vida.
Fui a desayunar; me preparé un zumo de naranja, una tostada con mantequilla de cacahuete que había comprado mi madre hacía dos días y un taza de cacao calentito. Me pareció extraño que mi madre no estuviera en casa, pero al cabo de un rato vi una nota suya al lado de la tostadora, decía lo siguiente:
"Lara, he tenido que ir urgentemente a casa de los abuelos; no te preocupes, a ellos no les pasa nada. Volveré por la noche. Si necesitas algo llámame. Mamá."
¡Genial! El día entero para mí solita.
Pensé en llamar a Fernando y decirle que podía quedar hoy, pero pensé que eso sería ir muy a la desesperada, así que no lo hice.
Me tumbé en el sofá, encendí el televisor y puse en la MTV. Le estaban haciendo una entrevista a Justin Bieber y a Jaden Smith, por lo que me emocioné un poquito (porque me encantan esos niños), me incorporé bien en el sofá y no me levanté (y creo que casi ni pestañee) hasta que terminó.
A eso de las dos de la tarde me preparé un sandwich y bebí algo de zumo de naranja que sobrara del desayuno. Cogí un trozo de turrón del de chocolate, del más rico que hay, y me lo comí tan rápido que a los dos minutos ya estaba cogiendo un trozo más, y otro dos, para provisionarme bien. Cuando los terminé llamé a Laura:
-Laura, mis padres hoy no están en casa, ¿te apetece salir a dar una vuelta?
-Sí, claro, pero llama también a Lore.
-Ya, a eso iba después de llamarte -reí. Y ella rió conmigo.
-Bueno, entonces, ¿a qué hora nos vemos?
-Te parece a las... ¿cinco, por ejemplo? En el parque de ayer.
-¡Perfecto! Me queda cerca de casa. Bueno, en realidad a todas nos queda cerca.
Las dos reímos y colgamos. Pensé en Fer, en lo que había pasado ayer, y creo que me puse roja, porque mi cara empezó a arder de tal manera que seguramente hubiera provocado un incendio nada más tocar alguna parte de la casa con una mejilla.
Cuando se me pasó en el bobamiento, llamé a Lore:
-Lore, he quedado con Laura por la tarde en el parque a eso de las cinco, ¿te vienes?
-¡Por supuesto! Con mi madre no hay problema, ya me dijo que en vacaciones podía salir cuando quisiera siempre que le avisara de dónde iba a estar.
-Perfecto. Bueno, nos vemos.
-Hasta luego.
Por la tarde me recogí el pelo de manera que me quedara bien peinado, no como hago la mayoría de las veces, que la cara me queda muy despejada de pelo y estoy fatal, me vestí con unos vaqueros y una camiseta sencillita, me puse unas Converse, mi chaqueta negra fina y un chaquetón de lluvia por encima por si acaso. Cogí las llaves y metí al paraguas pequeño en un bolso casi de su mismo tamaño y salí afuera. Llegué al parque y Laura y Lore ya estaban esperando en los columpios, riendo mientras chocaban con ellos.
-¡Hola chicas! -dije con una gran sonrisa en la cara.
-Creo que viene pensando en Fer, ¿no te parece Lore?- dijo Laura mirándome de una manera que no me gustaba nada. Iba a empezar el interrogatorio.
-Sí, eso parece.
-Bueno, a ver, que estoy aquí para contaros algo sobre él, pero como sigáis así no os digo nada - las miré riéndome, y entonces ellas pusieron los ojos como platos.
-¡Pero a qué esperas! ¡Cuéntanoslo! ¿Te llamó? ¿Te mandó un mensaje?
-No, no fue nada de eso. Si me escucháis creo que sería mejor. -Esperé un rato, y como vi que ahora ya estaban dispuestas a cerrar la boca, empecé a hablar.- Ayer, cuando me fui del parqué, bajando la pequeña cuesta de allí -señalé a dónde me refería- noté algo en la espalda. Era Fer, que me había puesto una chaqueta sobre los hombros, y bueno, yo me asusté un poco.- Ya tardaban en interrumpir, cuando Lore dijo algo:
-¿Qué dices? ¿Qué hacía él aquí a estas horas?
La miré con mala cara, entonces se calló y pidió perdón. Continué esperando que no volvieran a decir nada hasta que yo terminara.
-El caso es que estuvimos hablando y... bueno... me pidió quedar con él en día 27- ellas habían puesto cara de emoción y asombro a la vez, pero no dijeron nada. Era asombroso-, y le dije que sí.
Sonreí mucho mucho, y ellas se dieron cuenta de que podían empezar a hablar.
-Tía, ¿eres tonta o qué? -empezó Laura.- Podías haber quedado con él hoy, que no estaban tus padres.
-Eso sería ir muy a la desesperada- respondió Lorena-, seguro que no lo ha hecho por culpa de que pensara mal de ella. ¿A que sí, Lara?
-Claro. -sonreí y las dos miramos a Laura.
-Bueno, pero habría sido una bueno oportunidad...
-Sí, para quedar mal - dije yo, con voz sarcástica.
-Bueno, el caso es que más tarde o más pronto, ella sabe que quedará con él, porque ya se lo ha pedido, y tenemos que estar contentas.
Todas nos miramos y empezamos a chillar al mismo tiempo, sonriendo como bobas. De repente paré de saltar y chillar, porque me había llegado un mensaje. Era de Fernando.
"Hola, Lara. Hoy tengo el día libre, no sé si ya estarás haciendo algo, pero pensé en adelantar nuestra cita para hoy, ¿te parece bien? Un beso, Fer."
-¿Quién es?- dijo Laura.
-Era Fer... ¡Quiere que quede hoy con él!
-¡Dios mío! ¿A qué estás esperando? ¡Dile que sí ya!
-Chicas, me voy a casa, deseadme mucha suerte. -dije mientras me alejaba.
-¡SUERTE! -gritaron las dos a la vez.
Corrí a toda velocidad para casa, pero antes de entrar, le mandé un mensaje diciéndole que viniera a las 7 a por mí. Entré en casa y llamé a mi madre.
-Mamá, una curiosidad, ¿a qué hora vas a llegar a casa?
-Pues no lo sé hija... la verdad, igual me quedo dormir en casa de tus abuelos. ¿Te importa quedarte sola hasta mañana al mediodía?
-Pues... no, no importa, quédate tranquila.
-Bueno, espero que estés siendo responsable ¿eh? Hasta mañana.
-Adiós, mamá.
Cuando colgué salté de alegría,¡no me lo podía creer! Podría quedarme de madrugada con Fer, era el mejor día de mi vida.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
Capítulo 1. - A veces el camino está lleno de rosas.
Por fin era el último día del trimestre, tenía una alegría encima que no os podéis imaginar. Eran las vacaciones de Navidad y mi madre me había prometido todo lo que quería como regalo por mis buenas notas, ya que había sacado muchísimos notables y dos o tres sobresalientes.
Al salir del instituto, cuando estaba entrando en el bus, se me acercó Fernando, el chico más guapo de mi clase, y me dijo:
-¡Felices fiestas, Lara!
-Igualmente, Fer - le saludé con la mano y le sonreí.
Él me devolvió la sonrisa y se fue. Era un cielo de niño. Me caía muy bien y además me gustaba desde hacía un mes, más o menos, cuando descubrí su lado más tierno al descubrirlo llorando con una película que nos había puesto el profesor de historia.
Entré en el bus y, con una sonrisa de idiota en la cara, le dije a mi amiga Laura:
-Laura, Fer me ha deseado felices fiestas...
-¿Sí? Si ya te decía yo que vais a acabar juntos.
-Ojalá...
Me pasé todo el camino mirando por la ventana e imaginándome a mi con Fernando... No, imposible, él nunca se fijaría en mi.
Llegamos a la parada y me bajé del bus dando saltos de alegría.
-Lorena, hoy es el día más feliz de toda mi vida.
-¿Y eso por qué? - me preguntó mi amiga, sorprendida y riéndose.
-Es el último día de clase antes de Navidad, no tengo clases por la tarde y Fer me ha deseado feliz Navidad.
-¿Con que Fer, eh? - me echó una mirada como diciendo "sé que te gusta Fer" y se rió.
Yo me reí con ella y seguí andando dando un pequeño salto de vez en cuando.
Llegué a mi portal y me despedí de Lore.
-Hasta el domingo, que como comprenderás, no voy a quedar el día de Navidad - reí irónicamente.
Lore se rió conmigo y me dijo:
-Pero hoy puedes bajar a dar una vuelta, ¿no?
-Bueno, puedo preguntar, supongo que sí.
-Llámame cuando lo sepas,¿vale?
-Claro Lore, y avisaré también a Laura. Adiós.
Ella se despidió también deseándome una feliz Navidad y timbré para que me abriera mi madre.
Más tarde, le pregunté si podía salir con las niñas, y me dijo que sí, que no había problema alguno. Así que llamé a Lore, pero ésta me respondió con algo a lo que yo no sabía qué decir:
-Tía, no sabes qué... Me he enterado de que Fer quiere quedar contigo estas Navidades y tiene planeado llamarte. Tú vente con nosotras, sí, pero estate atenta al teléfono, ¿eh?
Me quedé paralizada. ¿Fer quería quedar conmigo? Eso no podía ser... ¡No, no podía ser, era demasiado bueno para ser cierto!
-Lore, ¿tú estás segura?
-Segurísima, me enteré por una fuente muy fiable.
-Bueno, está bien. ¡Dios, me has puesto súper nerviosa!
Seguimos hablando del tema y a la media hora más o menos colgamos porque mi madre me mandó parar.
Por la tarde, estábamos Lorena, Laura y yo en el parque que había cerca de mi casa, hablando de qué pidieramos de regalos, de chicos, y como no, entre esos chicos estaba Fernando.
-Con que... -comenzó Laura, me temía lo peor- Fernando te gusta, ¿no? Es un buen partido, eso no te lo niego, Lara.
Sonreí entrecerrando algo los ojos y mirando a Lorena esperando que salvara la situación, pero aún la empeoró más.
-Cuando quedes con él avisa, queremos todos los detalles.
Y las dos asintieron sonriendo con un aire cómico que me hizo reír.
-Está bien, vale, pero aún no sé ni siquiera si me va a pedir que quedemos.
Lorena me miró con los ojos como platos, como riñéndome por algo.
-¿Así que no te fías de mi, no? -puso cara seria, pero yo sabía que estaba de broma.
Hablamos un buen rato sobre él, y yo ya sé que había puesto cara de idiota unas cuantas veces. A eso de las 9 de la noche nos fuimos cada una para su casa. Yo estaba temblando de frío. De pronto, me encontré con que algo o alguien me ponía una chaqueta sobre los hombros, y me giré para atrás sobresaltada. No podía ser... ¡Fernando!
-¡Dios mío, qué susto me has dado, Fer!
-Lo siento, pero te vi tiritando, y pensé que sería mejor una chaqueta que un "hola" -sonrió ampliamente, con sus perfectos dientes.
-Pues en eso tienes razón... -reí sin muchas ganas, pero contenta en el fondo- ¿Qué haces por aquí a estas horas?
-Oh pues mi primo vive por aquí cerca y ahora mismo iba a coger el bus de las 9 y cuarto, pero antes de nada quiero preguntarte algo...-Me quedé helada, iba a ser verdad lo que había dicho Lorena.- ¿Quieres quedar conmigo, los dos solos, algún día después del 25?- me enseñó su preciosa sonrisa irresistible una vez más, y no tuve más remedio que responderle que:
-¡Me encantaría! Por supuesto que sí.
-¡Genial! ¿Te parece bien el día 27? Creo que el 26 ya lo tengo ocupado por mis primos -rió, y yo reí con él.
-Perfecto, ese día no tengo nada que hacer... ¿Quieres ir al cine?
-Era justo lo que estaba pensando. Te veo el lunes, el 27 ¿eh? Adiós, Lara.
-Adiós-le sonreí y seguí caminando sin darme cuenta de que aún llevaba su chaqueta.
-¡Eh Fer, que te dejas tu chaqueta! - pero él ya había desaparecido. La abracé y sonreí, pero se me borró esa sonrisa de la cara al acordarme de que le tendría que dar a mi madre una explicación por la chaqueta.
Subí arriba y, efectivamente, mi madre me preguntó de dónde la había sacado.
-Pues... el hermano de Lorena, que nos lo encontramos y como vió que tenía frío me dijo que me la dejaba y que ya se la devolvería a Lore otro día para que ella se la diera.
-Ah. Bueno, ahora si quieres mira un poco la tele pero dentro de poco vete para cama, ¿vale?
-No, da igual. Ya me voy ahora, estoy cansada.
Mi madre se lo creyó, era increíble. Tenía demasiada suerte para ser una principiante en esto del amor.
Al salir del instituto, cuando estaba entrando en el bus, se me acercó Fernando, el chico más guapo de mi clase, y me dijo:
-¡Felices fiestas, Lara!
-Igualmente, Fer - le saludé con la mano y le sonreí.
Él me devolvió la sonrisa y se fue. Era un cielo de niño. Me caía muy bien y además me gustaba desde hacía un mes, más o menos, cuando descubrí su lado más tierno al descubrirlo llorando con una película que nos había puesto el profesor de historia.
Entré en el bus y, con una sonrisa de idiota en la cara, le dije a mi amiga Laura:
-Laura, Fer me ha deseado felices fiestas...
-¿Sí? Si ya te decía yo que vais a acabar juntos.
-Ojalá...
Me pasé todo el camino mirando por la ventana e imaginándome a mi con Fernando... No, imposible, él nunca se fijaría en mi.
Llegamos a la parada y me bajé del bus dando saltos de alegría.
-Lorena, hoy es el día más feliz de toda mi vida.
-¿Y eso por qué? - me preguntó mi amiga, sorprendida y riéndose.
-Es el último día de clase antes de Navidad, no tengo clases por la tarde y Fer me ha deseado feliz Navidad.
-¿Con que Fer, eh? - me echó una mirada como diciendo "sé que te gusta Fer" y se rió.
Yo me reí con ella y seguí andando dando un pequeño salto de vez en cuando.
Llegué a mi portal y me despedí de Lore.
-Hasta el domingo, que como comprenderás, no voy a quedar el día de Navidad - reí irónicamente.
Lore se rió conmigo y me dijo:
-Pero hoy puedes bajar a dar una vuelta, ¿no?
-Bueno, puedo preguntar, supongo que sí.
-Llámame cuando lo sepas,¿vale?
-Claro Lore, y avisaré también a Laura. Adiós.
Ella se despidió también deseándome una feliz Navidad y timbré para que me abriera mi madre.
Más tarde, le pregunté si podía salir con las niñas, y me dijo que sí, que no había problema alguno. Así que llamé a Lore, pero ésta me respondió con algo a lo que yo no sabía qué decir:
-Tía, no sabes qué... Me he enterado de que Fer quiere quedar contigo estas Navidades y tiene planeado llamarte. Tú vente con nosotras, sí, pero estate atenta al teléfono, ¿eh?
Me quedé paralizada. ¿Fer quería quedar conmigo? Eso no podía ser... ¡No, no podía ser, era demasiado bueno para ser cierto!
-Lore, ¿tú estás segura?
-Segurísima, me enteré por una fuente muy fiable.
-Bueno, está bien. ¡Dios, me has puesto súper nerviosa!
Seguimos hablando del tema y a la media hora más o menos colgamos porque mi madre me mandó parar.
Por la tarde, estábamos Lorena, Laura y yo en el parque que había cerca de mi casa, hablando de qué pidieramos de regalos, de chicos, y como no, entre esos chicos estaba Fernando.
-Con que... -comenzó Laura, me temía lo peor- Fernando te gusta, ¿no? Es un buen partido, eso no te lo niego, Lara.
Sonreí entrecerrando algo los ojos y mirando a Lorena esperando que salvara la situación, pero aún la empeoró más.
-Cuando quedes con él avisa, queremos todos los detalles.
Y las dos asintieron sonriendo con un aire cómico que me hizo reír.
-Está bien, vale, pero aún no sé ni siquiera si me va a pedir que quedemos.
Lorena me miró con los ojos como platos, como riñéndome por algo.
-¿Así que no te fías de mi, no? -puso cara seria, pero yo sabía que estaba de broma.
Hablamos un buen rato sobre él, y yo ya sé que había puesto cara de idiota unas cuantas veces. A eso de las 9 de la noche nos fuimos cada una para su casa. Yo estaba temblando de frío. De pronto, me encontré con que algo o alguien me ponía una chaqueta sobre los hombros, y me giré para atrás sobresaltada. No podía ser... ¡Fernando!
-¡Dios mío, qué susto me has dado, Fer!
-Lo siento, pero te vi tiritando, y pensé que sería mejor una chaqueta que un "hola" -sonrió ampliamente, con sus perfectos dientes.
-Pues en eso tienes razón... -reí sin muchas ganas, pero contenta en el fondo- ¿Qué haces por aquí a estas horas?
-Oh pues mi primo vive por aquí cerca y ahora mismo iba a coger el bus de las 9 y cuarto, pero antes de nada quiero preguntarte algo...-Me quedé helada, iba a ser verdad lo que había dicho Lorena.- ¿Quieres quedar conmigo, los dos solos, algún día después del 25?- me enseñó su preciosa sonrisa irresistible una vez más, y no tuve más remedio que responderle que:
-¡Me encantaría! Por supuesto que sí.
-¡Genial! ¿Te parece bien el día 27? Creo que el 26 ya lo tengo ocupado por mis primos -rió, y yo reí con él.
-Perfecto, ese día no tengo nada que hacer... ¿Quieres ir al cine?
-Era justo lo que estaba pensando. Te veo el lunes, el 27 ¿eh? Adiós, Lara.
-Adiós-le sonreí y seguí caminando sin darme cuenta de que aún llevaba su chaqueta.
-¡Eh Fer, que te dejas tu chaqueta! - pero él ya había desaparecido. La abracé y sonreí, pero se me borró esa sonrisa de la cara al acordarme de que le tendría que dar a mi madre una explicación por la chaqueta.
Subí arriba y, efectivamente, mi madre me preguntó de dónde la había sacado.
-Pues... el hermano de Lorena, que nos lo encontramos y como vió que tenía frío me dijo que me la dejaba y que ya se la devolvería a Lore otro día para que ella se la diera.
-Ah. Bueno, ahora si quieres mira un poco la tele pero dentro de poco vete para cama, ¿vale?
-No, da igual. Ya me voy ahora, estoy cansada.
Mi madre se lo creyó, era increíble. Tenía demasiada suerte para ser una principiante en esto del amor.
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